Soy náufrago de la ambrosía de tu intimidad, donde me
deslizo en su fluido con sapidez a extracto jovial y humedad constante, por
rebosar de augurio y deshelar mi aura. Es capaz de hacer variar mi serenidad a
vapor incandescente cada vez que me sumerjo en Ella, puedo encontrar
escenas fugaces y calurosas del ser buzo.
Bucear en la orilla de sus labios inundados, me convierte en
versado por tener ya el conocimiento de su isla y por tanto navego en Ella,
para así explorar el oasis que evoca su mirada, el cual es capaz de ofuscar mi
timidez y así poder fotografiar su dócil oleaje de excitación. Su ondulación
solo es furiosa cuando soy buceador lascivo, porque de manso, se vuelve
ensordecedor y me hace querer zarpar en sus aguas cada momento.
En uno de sus episodios cuando ya el oxígeno se abrevia y el
placer se incrementa, su líquido es avezado por reavivar mi duración allí bajo
ese espacio rebosante de complexión natural de la creación, donde se vive la
lujuria a plenitud. El océano su mejor faena y el naufragio mi más grato
embeleso.
Por tanto soy Amante del agua que nutre el plano de mi
existencia. Su divinidad refresca mi calor, relata mi lírica sensata y
sensorial.
—Wendy
Luna