El alma de la Ayahuasca es tan recia, cada día evoco mi porción
con fervor. Aún saboreo y contemplo su grandeza, el poder conocer mediante su
energía la naturaleza de nuestro Creador, acariciar el universo y valuar cada perfección
de la madre tierra, el orbe que nos rodea.
Ella te da la austeridad de finar y reaparecer, de llorar y reír en segundos, si la ingieres con la pretensión de exteriorizar el desligue del Ser Humano, con valor y espiritualidad, te será otorgada la bienvenida, a comprender lo prodigioso que nos honra el altísimo, revelando a ti, que la esencia que poseemos es singular y que es oportuno profundizar su valor en lo más recóndito de lo interno, para liberar nuestro aroma y hacerla pura y sabia.
El Yagé es extraordinario por ser fortuito, tiene una supremacía por ser de Dios, es el elixir infalible por ser certera, con ella podemos deleitar a plenitud esos momentos arrinconados por la amnesia que te invade y que se debe eludir para comprender el proyecto de coexistir. Él es capaz de persuadir con su poder mágico, nos regala el viaje más deseado por cualquier individuo en 8 espléndidas horas, donde se aligera el mal vivir, el olvido se convierte en la travesía magnífica, y se navega por las aguas sumisas del bien, al finalizar tu excursión como el más destacado peregrino y haber descifrado tus nuevos objetivos, dependerá de tus ganas por emprender tu flamante camino por lo apacible de las aguas, lograr ser un sabio nadador de Ella, al bracear cada segundo con ímpetu y obtener el mejor trofeo de tu vida.
Agradezco a Dios por ser Grande y asignar la mejor conveniencia de ser una pequeña fracción de su Gran Creación y poder gozar de ella.
—Wendy Luna
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